A lo largo del día de hoy he pensado en las muchas cosas que he perdido últimamente, en lo mucho que estoy dejando atrás. No me refiero solamente al cambio vital que se esta produciendo, sino a cosas mas mundanas, a vienes materiales… Hay veces que siento que no todo es justo en esta situación, que estoy saliendo perdiendo en ella. Siento rabia, ira y frustración, siento resentimiento.
Pero llega un momento en que todo eso se apaga, en que reflexiono y recupero mi perspectiva y me doy cuenta que los vienes materiales son tan solo eso. Que lo más importante que poseo no se puede cuantificar en monedas. Tengo buenos recuerdos y en algunos instantes he sido realmente feliz. Da igual lo que deje atrás, pues solo será un lastre que no permita avanzar. Por eso prefiero renunciar algunas cosas, sabiendo que me atarían a una vida distinta a la que realmente quiero llevar. Por eso renuncio a los despojos de mi vida pasada.
domingo, 10 de enero de 2010
jueves, 7 de enero de 2010
Deseos, anhelos y engaños.
No comprendo los miedos al que dirán o al que pensaran. No comprendo a aquella gente que niega aquello que les hace felices o les satisface simplemente para mantener unas apariencias. Los limites son barreras que nosotros mismos creamos muchas veces con la esperanza de ser aceptados por los demás. Muchas veces no queremos admitir lo que hemos vivido, sentido o pensado en algún momento porque es una contradicción con la imagen que nos esforzamos en vender.
¿No seriamos más felices si admitiéramos todos nuestros sentimientos, nuestros deseos y anhelos independientemente de la opinión ajena? ¿Los jueces de nuestros actos no deberíamos ser nosotros mismos en vez de los demás? Quizás si, si tenemos el valor para ello.
¿No seriamos más felices si admitiéramos todos nuestros sentimientos, nuestros deseos y anhelos independientemente de la opinión ajena? ¿Los jueces de nuestros actos no deberíamos ser nosotros mismos en vez de los demás? Quizás si, si tenemos el valor para ello.
lunes, 4 de enero de 2010
La naturaleza del dolor
Ayer por la noche, mientras intentaba dormir reflexionaba. Pensaba en el dolor que a veces nos causan otras personas, en las lagrimas que derramamos por amantes que han demostrado ser poco dignos. Y mientras reflexionaba sobre ellos empecé a pensar en las lagrimas que nosotros hemos hecho derramar a otros. ¿Realmente existe alguna diferencia? ¿Siempre hemos hecho lo correcto y hemos evitado dolor a los demás con nuestros actos? Quizás deberíamos empezar a lamentar el dolor que hemos causado a los demás en vez de centrarnos tan solo en el que hemos recibido. Quizás sea la única manera de salir de esta espiral de dolor en la que nos vemos sumergidos, victimas y verdugos a la vez.
domingo, 3 de enero de 2010
Los vendedores de palabras
De un tiempo a esta parte he constatado entre mis amigas que están sufriendo una extraña epidemia. Se trata de un parasito llamado vendedor de palabras que cada día es más común. Sus talentos se basan en crear ilusiones en la mente de mis amigas y en jamás ser claros. También son hábiles en la huida estratégica, son unos fantásticos escapistas, fieles discípulos de Harry Houdini. El único rastro que dejan tras de si son lagrimas derramadas por excelentes mujeres, resentimiento hacia todos los hombres (sean o no ilusionistas), y una profunda decepción. Si tienen excepción de asistir a su espectáculo, evítenlo. Los podrán encontrar en la barra de algún bar o en cualquier red de contactos para solter@s. Yo por mi parte creo que me convertiré en anacoreta y me retirare al ostracismo sentimental.
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