sábado, 26 de diciembre de 2009
Promesas vacías
Es curioso como la gente no piensa las implicaciones de sus palabras. Empleamos el verbo amar con una frecuencia excesiva, cuando muchas veces deberíamos emplear el desear. Empleamos el para siempre cuando la realidad es que tan solo pensamos en el instante en que lo pronunciamos. Somos poco sinceros con nuestros sentimientos y menos fieles todavía a los mismos. Nos dedicamos a enmascara lo que realmente sentimos pensando que lo estamos embelleciendo, cuando en realidad estamos engañando a la persona que nos escucha… Lo mas curioso es que cuando realmente sentimos esto y decimos la verdad, nadie nos cree, porque se han acostumbrado a pensar que estas palabras no tienen sentido, son huecas, y que aquel que las pronuncia tan solo pretende engañarles y persigue fines egoístas. Supongo que por eso he decidido no emplear el verbo amar hasta que realmente lo sienta de verdad… la pregunta es… ¿Me creerán?
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