Hace poco alguien ayudo a liberar al genio de su botella. El genio, con la nueva libertad adquirida, rompió esa botella. Pero a veces extraña la seguridad que le daba la botella, la limitación a su inmenso poder. A veces no sabe que hacer con la libertad recientemente adquirida. Pero a veces la revelaci´´on se presenta por si misma sola.
He tardado mucho en empezar a liberar lo que he ocultado dentro de mi, he tardado mucho en empezara sentir realmente. Había adquirido un equilibrio interno, cuya base era ponerme límites. Trataba todo lo que había a mi alrededor como si el mero contacto conmigo fuera a marchitarlo, poniendo un excesivo cuidado en mis palabras y actos y en sus consecuencias para los demás. Tome durante demasiado tiempo la mascara del penitente, cargando pecados que no eran realmente míos, intentado no “repetirlos” en los demás. Pero no soy yo quien los cometió originalmente, mis pecados son los que yo cometo y cometeré, pero no los de otros. Y aunque haya sacrificado en el proceso ese “equilibrio”. Supongo que ahora se abre un nuevo camino hacía l verdadero equilibrio, pero esta vez no estará basado en la culpa y temores sino en la elección libre de mis propios actos.
Tengo que dar las gracias a la persona que me ha ayudado a liberarme, a asumir el pasado y que tuvo el valor de decirme la verdad, a explicarme lo que percibía, lo que sabia y que no tuvo miedo a herirme un poco en el proceso. Por eso le doy gracias. Han sido años intentado acercarse a mi verdadero yo y por eso le agradezco también su constancia. No se si nunca leera estas palabras, pero necesitaba dejar constancia de ello.
Gracias.
domingo, 18 de julio de 2010
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